domingo, 6 de junio de 2010

¿Puede la ética mundialista del fútbol entre paises ayudar a construir democracia?


La ética mundialista de los deportes colectivos donde los paises se representan, como lo son los mundiales de fútbol, se convierten en un mecanismo de comprensión que permite el entendimiento de comportamientos competitivos locales dentro de entornos cooperativos globales. Es así que la mundialización entre paises del deporte colectivo se constituye en una evolución en el entendimiento del concepto de ganadores y perdedores puesto que se puede ganar o perder en la competencia pero independientemente del resultado la posibilidad de participación de ambos equipos en futuros eventos permanece intacta contrariando al resultado de una guerra mundial. Además está interacción mundialista del deporte colectivo genera consecuencias aún más sorprendentes puesto que permite cambiar la orientación combativa del guerrero por la orientación deportiva del sano competidor donde todos los jugadores cooperan para que el juego perdure.
El anterior espíritu de mundialización del futbol entre paises aplicado a procesos eleccionarios democráticos con la participación de partidos políticos nos lleva a entender que podemos competir colectivamente desde distintos partidos políticos, pero al mismo tiempo podemos estar cooperando globalmente con la edificación de un país. Este razonamiento nos permite comprender que al finalizar las elecciones podemos seguir participando de futuras elecciones, pero también nos hace ver que la dimensión del equipo no es solo un partido político sino es un país global en cual todos vivimos.
La combinación de estas ideas muestran como la mundialización de los deportes colectivos como es el caso del fútbol puede ayudar a la construcción de un lenguaje de uso común que permita mejorar el entendimiento de los procesos democráticos, lo cual nos lleva afirmar que si entendemos adecuadamente la interacción del fútbol mundial entre países podremos entender la importancia democrática de los partidos políticos. Así, siguiendo esta reflexión y profundizando este entendimiento para el caso democrático paraguayo que ya participó en cuatro mundiales consecutivos de fútbol se observa que el aprendizaje organizacional es escaso puesto que aún se sigue viendo a los partidos políticos como países que están en guerra y no en una sana competencia donde todos cooperan para mantener la legitimidad de los procesos democráticos. Esta incongruencia despierta una pregunta que este artículo no puede responder: ¿Eres conscientes que nuestra democracia paraguaya se construye de igual manera que las orgullosas clasificaciones a los mundiales de fútbol tenemos?


Publicado por: Sergio Legal Cañisá. Fecha: Domingo 6 de junio de 2010








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